jueves, 2 de septiembre de 2010

PONENCIA:“Prostitución: Trabajo esclavo y Explotación sexual. Aportes y trampas”

“PRIMERAS JORNADAS NACIONALES ABOLICIONISTAS SOBRE PROSTITUCIÓN Y TRATA DE MUJERES NIÑAS/OS”

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS - UBA – 4 Y 5 DE DICIEMBRE DE 2009


PONENTE: Ana Mines
activista del movimiento de mujeres y de lesbianas
estudiante de sociología.








PONENCIA:

1. Introducción:

En este trabajo intentaremos abordar parte de la problemática de la prostitución como explotación sexual en relación al trabajo esclavo contemporáneo, también llamado por algun@s autor@s “nueva esclavitud”.

Para ello intentaremos, primero, analizar los aportes y las limitaciones de cada uno de estos conceptos, ¿qué nos aporta el concepto de “trabajo esclavo” para problematizar la prostitución como forma de explotación sexual? ¿En qué nos limita? En segundo lugar, intentaremos problematizar el trabajo esclavo y la explotación sexual en como prácticas concretas de explotación completamente vigentes en nuestros días. Por último, analizaremos críticamente las líneas discursivas emitidas por algunos de los principales medios gráficos de comunicación del país a la hora de hablar de la prostitución en relación al trabajo esclavo y sus consecuencias socio-políticas concretas.

La perspectiva teórica-práctica que utilizamos para realizar dicho abordaje es lesbo-feminista y anticapitalista. Lesbo-feminista porque si bien en nuestro análisis queremos abordar algunas de las muchas de las formas de violencias que se ejercen sobre las mujeres y denunciar la misoginia, opresión y explotación que se ejercen sobre ellas, estamos en contra de la esencialización de cualquier identidad. De hecho, sospechamos fuertemente que exista un fuerte condicionamiento y complicidad entre el proceso de sexo-generización de las mujeres y de los hombres y las estructuras opresivas y de explotación que queremos denunciar.
Anticapitalista porque queremos denunciar las relaciones de explotación material y laboral por medio de las cuales algun@s se enriquecen a costa de la expropiación del trabajo, las producciones, los cuerpos y hasta la vida de otr@s.

La categoría de trabajo esclavo fue pensada y repensada una y otra vez.
Las tasas de explotación material y laboral muestran realidades cruentas; encontramos altísimas tasas de ganancia que se construyen sobre personas concebidas como cuerpos-máquinas de producir, expropiad@s, en principio, de cualquier dejo de autonomía y de posibilidad de decisión y acción sobre sus propios cuerpos y sobre sus propias vidas. Allí es donde creemos que la categoría de trabajo esclavo puede ayudar a abordar las especificidades de este tipo de explotación, dando también herramientas para analizar el contexto que permite y promueve la existencia de este tipo de prácticas de explotación.

Sin embargo, pusimos a esta categoría en conflicto una y otra vez. Por un lado nos resulta sumamente “asfixiante”: no deja espacio para pensar la agencia y mucho menos las posibilidades de autonomía. Sin bien sabemos que esta es una arista muy filosa, ya que, podría habilitar a caer en un costado del análisis sumamente individualista y liberal, que considera la voluntad de l@s sujetos de manera escindida del contexto específico en el que ella se manifiesta, no estamos de acuerdo en descartar completamente este aspecto. Consideramos que cada persona tiene capacidades y que efectivamente se toman decisiones sobre sus propias vidas; aquí encontramos un espacio sin el cual no podríamos pensar la posibilidad de cambio social. La diferencia con el enfoque criticado brevemente arriba –el liberal-, es que nosotr@s consideramos determinante pensar la autonomía y la agencia en completa relación con el contexto en el que se manifiesta. Las elecciones nunca son “libres” ni completamente “autónomas” ya que el contexto pone límites y márgenes de antemano, aparte de que los mecanismos de disciplinamiento políticos, sociales, sexuales forman parte activa en nuestros discursos y acciones.

Otro aspecto que nos resulta polémico de la categoría de “trabajo esclavo” es su impronta sumamente totalizadora y extrema, la cual permite el uso que hacen de ella los medios masivos de comunicación y numerosas ong´s. Creemos que aquí reside su posibilidad de funcionar como cortina de humo para ocultar e invisibilizar otras formas o manifestaciones de explotación y opresión, sobre todo la patriarcal.
Serán estas las tensiones a partir de las cuales realizaremos el análisis del trabajo esclavo en relación a la prostitución o explotación sexual.

2. Definiendo categorías y marcos de análisis:

2.a). El capitalismo actual: “La convivencia de diferentes modos de producción y formas de explotación en las formaciones económico-sociales. El trabajo asalariado y el trabajo esclavo”

En el lenguaje marxiano se llama formación económico-social a la totalidad formada por las relaciones sociales, los medios de producción, la cultura y las actitudes que distinguen a una sociedad históricamente determinada y localizada. (Gallino: 2005)
Las formaciones económicos-sociales se constituyen mediante la vinculación de carácter orgánico de sus aspectos, en el sentido de que cada uno corresponde, refleja, existe en función de los demás, o al menos es congruente con ellos. Aquí estamos hablando no solamente de las diferentes formas de producción, tecnología y vínculos entre trabajador@s y patron@s, sino también las formas jurídicas, culturales, políticas, etc.
Desde la perspectiva marxista, los modos de producción fueron sucediéndose los unos a los otros a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo este paso de unos a otros no es ni lineal ni unívoco, ni tampoco es signo de progreso en el sentido de “mejor que el anterior” (por lo menos en el marxismo que adscribimos en este trabajo). Por ello es que en todas las sociedades hay "supervivencias" de los modos de explotación que serían propios de las épocas pasadas.

En la formación económico-social capitalista, el modo de producción capitalista es el dominante y preponderante, sin embargo no se pueden reducir todas las formas de producción, relaciones de producción, etc., a los formas típicamente capitalistas, es decir, al trabajo asalariado .
En su conferencia realizada en el último ALAS, Aníbal Quijano ofreció un perfil del capitalismo actual. Nos dijo estamos en un escenario mundial, en el cual el capitalismo avanza progresiva y velozmente, alcanzando todos los rincones del planeta y llevando hasta ellos sus prácticas de explotación y saqueo. Paralelamente, en este escenario mundial estaría aconteciendo el aumento exponencial del trabajo esclavo como forma de explotación.
Trabajo esclavo y trabajo asalariado no sólo conviven en el mundo actual, sino que son mutuamente funcionales.

2.a).i). Trabajo esclavo: ¿Qué lo define y diferencia del trabajo asalariado propio del capitalismo?

Cuando hablamos de explotación desde una perspectiva marxista, hablamos de la expropiación de parte del trabajo (la plusvalía) cristalizada en un valor (bienes, dinero, etc.) a la persona que lo produjo. La forma o manera específica en la que se produzca la expropiación dependerá de la estructura de las relaciones de producción y de los mecanismos de acumulación vinculados a ellas.

Lo específico de la esclavitud es que la trabajadora o el trabajador, en lo concreto forman, parte de lo que Marx define como las “condiciones naturales” de producción y/o de los “medios de producción” para un tercer individuo o comunidad que son los “dueñ@s” o “propietari@s”.
Es decir, lo específico de esta forma de producción es que el explotador se apropia del cuerpo del explotado, de su persona completa, como si este fuera una mera herramienta o condición natural de la producción apropiable.

“Donde el hombre mismo es capturado como accesorio orgánico de la tierra (o del taller o del prostíbulo) y junto con ella, es capturado como una de las condiciones de la producción, y este es el origen de la esclavitud y la servidumbre (…)” (Marx: 1974:31). Una parte de la sociedad -la esclavizada- es tratada por otra, -la explotadora- como la simple condición inorgánica y natural de su propia reproducción, como una herramienta, parcela de tierra o máquina más. La parte esclavizada será el “medio” con el cual producir riqueza; riqueza la cual, claro está, quedará en las manos de los explotadores, y éstos solamente se asegurarán de que la esclava o el esclavo puedan mantenerse vivos y activos para poder seguir usufructuando su energía productiva (siempre que esto sea menos costoso que conseguir nueva fuerza de trabajo, nuevos cuerpos que explotar). En este marco, la o el esclav@ no tiene relación alguna con las condiciones objetivas de su trabajo.
El trabajo del explotador, del esclavista, del fiolo, se agota en el acto de la dominación, ya que la producción de la riqueza quedará completamente a cargo de la persona explotada.

En el modo de producción capitalista aparece un@ nuev@ trabajador@, el/la asalariad@. Lo característico y distintivo de ést@ respecto al trabajador@ esclavizad@ es que el/la asalariad@ es una persona formal y/o jurídicamente “libre”, un@ trabajador@ libre potencialmente “cuya única propiedad es su fuerza de trabajo y su posibilidad de cambiarla por lo valores existentes. Dich@s individuos se enfrentan a todas las condiciones objetivas de producción como propiedad ajena, como su propia no-propiedad, pero, al mismo tiempo, como algo que puede ser cambiado como valores y por consiguiente, hasta cierto punto, apropiado por el trabajo vivo” (Marx: 1974:48).

En el capitalismo “(…) una masa doblemente libre de fuerza de trabajo vivo fue lanzada al mercado de trabajo: libre de la antigua relación de clientela, vasallaje o servicio, pero también libre de todo bien y posesión, de toda forma real y objetiva de existencia, libre de todo propiedad. Dicha masa debía quedar reducida, ya sea a la venta de su fuerza de trabajo o a la mendicidad, el vagabundaje o el robo como única fuente de ingresos. La historia registra el hecho de que intentó primero la mendicidad, el vagabundaje y el delito, pero que fue apartada de esta camino y llevada al estrecho sendero que conducía al mercado de trabajo, por medio del cadalso, la picota y el látigo” (Marx: 1974:56).

Este breve, abstracto y tipificado recorrido por algunas de las formas de explotación que se dieron a lo largo de la historia de la humanidad occidental no es ni exhaustivo ni tiene pretensiones universalizantes. Sin embargo creemos que da somera cuenta de los cambios que se dieron en las formas de explotación; mas, también da cuenta de un continnum en el contenido, en la explotación como forma de vínculo entre personas o grupos a la hora de producir valores. En este sentido, nos parece interesante tener en cuenta el sentido que da Marx a trabajador@ “libre”.

En el pasado, esclavización de personas era legal. Hoy, la esclavitud es ilegal en todas partes . La forma de explotación de personas fue de una manera y sigue cambiando, no sólo a lo largo de la historia, sino también según los contextos específicos.

Las formas de explotación irán acompañadas de formas de dominación, que no son cerradas (y ahí yace la posibilidad de cambio), pero sí eficientes, al punto que la expropiación se lleva más o menos continuamente a cabo. Por ello es que se establece, por lo menos durante algún período de tiempo, un grupo dominante (el que expropia) y un grupo dominado (el expropiado).

Lo que nos interesa destacar de este apartado es la singular relación que propone el análisis marxista entre “forma” y “contenido” de los tipos de explotación. Marx propone no escindir forma de contenido; son aspectos distintos de un proceso y que se separan con fines analíticos, sin embargo guardan relación dialéctica para cristalizar en un fenómeno compuesto por ambas.


2.b). El patriarcado

“Como no existen los esclavos sin amos, no existen las mujeres sin hombres”
Monique Wittig, En “El pensamiento heterosexual”

El concepto fue pensado y debatido por feministas en torno de “la búsqueda de una explicación que diera cuenta de la situación de opresión y dominación de las mujeres que posibilitara su liberación. (…)”(Fontenla: 2009:258). El intento de definir y puntualizar de manera más o menos sistemática qué es y en qué consiste el patriarcado, como así también dar cuenta de sus alcances e implicancias, fue una tarea emprendida por feministas de diversos campos principalmente entrado el siglo XX.

En este trabajo vamos a entender por patriarcado un sistema sexo-cultural y político, y por lo tanto económico (en el apartado siguiente abordaremos la inseparabilidad-reciprocidad de los sistemas culturales, sexuales, políticos, económicos, etc) que compete a todas las personas, ya que, es en el marco del sistema patriarcal que todas las personas nos sociabilizamos y relacionamos.
Es por y en el patriarcado que las personas nos objetivamos genérica y, consecuentemente sexualmente.

El sexo no es natural, sino que es una construcción social , y como tal, se haya completamente inmersa en las redes de control y poder patriarcal .
“La categoría de sexo es una categoría política que funda la sociedad en tanto heterosexual. En este sentido no se trata de una cuestión de ser, sino de relaciones (ya que las mujeres y los hombres son el resultado de las relaciones) (…). La categoría de sexo es la categoría que establece como “natural” la relación que está en la base de la sociedad (heterosexual), y a través de ella la mitad de la población –las mujeres- es “heterosexualizada” (…) y sometida a una economía heterosexual. La categoría de sexo es el producto de la sociedad heterosexual que impone a las mujeres la obligación absoluta de “reproducir la especie”, es decir, reproducir la sociedad heterosexual”. (Wittig: 2006: 26)

El patriarcado, como sistema de dominación, implica heterosexismo y sexismo. Ambos aspectos son representados en términos apolíticos y como si perteneciesen al orden de lo natural -mecanismo típico de las ideologías que pretenden imponerse como legítimas y dominantes-. Este “designio de la naturaleza” consiste en la existencia acabada de hombres y mujeres, dos sexos, supuestamente complementarios, que se relacionarán sexual y/o afectivamente el uno con el otro.
La práctica de una sexualidad reproductiva, la reproducción del orden doméstico en general, el sostén afectivo de la familia, entre otros aspectos productivos, recaen en las mujeres, y estas son algunas de las fuertes premisas, el machismo, que se esconden tras estas normas.

“La categoría de sexo es el producto de la sociedad heterosexual que hace de la mitad de la población seres sexuales donde el sexo es una categoría de la cual las mujeres no pueden salir. Estén donde estén, hagan lo que hagan (incluyendo trabajo en el sector público) ellas son vistas como (y convertidas en) sexualmente disponibles para los hombres y ellas, senos, nalgas, vestidos, deben ser visibles”. (Wittig: 2006: 28). Siguiendo esta afirmación de Wittig, las mujeres son muy visibles como seres sexuales, pero como seres sociales son totalmente invisibles.
Coincidimos y retomamos también a Audre Lorde en que las mujeres están expuestas a distintos grados y tipos de opresión patriarcal, algunas comunes a todas y otras no. El sistema patriarcal es complejo y tiene alcances diferenciales según contextos específicos (no es lo mismo ser una mujer de clase media blanca en Salta que ser una mujer de clase media, blanca en París), aparte de que en la sociedad se cruza con otras variables que tienen que ver con el racismo y el clasismo principalmente. En la intersección de estas variables se darán específicas formas de opresión y dominio. En este punto retomamos también los aportes de Heidi Hartmann: “es fundamental examinar la jerarquía entre los hombres -varones- y su diferente acceso a los beneficios del patriarcado. No hay duda de que aquí entran en juego la clase, la raza, la nacionalidad e incluso el estado civil y la orientación sexual, así como la edad. Y las mujeres de diferentes clases, razas, nacionalidades, estados civiles y orientaciones sexuales están sometidas a diferentes grados de poder patriarcal” (Hartmann, 1980, 97).

El patriarcado cristaliza en instituciones públicas y privadas, como también en “relaciones concretas entre l@s sujet@s; la solidaridad interclases e intragénero instaurada por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva, y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia”. (Fontenla: 2009:260)
Hay dos instituciones más del patriarcado que queremos resaltar, sobre todo, por su funcionalidad en la reproducción de ese sistema (el patriarcado) y también por su gravitación en el cuerpo y la vida de las mujeres, a saber: la familia reglamentada por el matrimonio heterosexual y la prostitución. La restricción de la sexualidad de las mujeres junto al matrimonio heterosexual –como formas de control sobre la fuerza de trabajo de las mujeres- y no descansa sólo en la familia sino en todas las estructuras que posibilitan ese control.

La prostitución es una práctica constitutiva de la política sexual patriarcal. “Los sistemas de dominación utilizan la violencia para controlar cuerpos y subjetividades, y la prostitución es uno de estos mecanismos del patriarcado para la apropiación del cuerpo de las mujeres y su puesta al servicio de los varones y de las instituciones”. (Fontenla: 2007:273)

2.c). Capitalismo y patriarcado. El cuerpo de las mujeres como cuerpos-máquinas de producir

“La nostalgia de una unidad falsa y excluyente corre pareja a la
descalificación de lo cultural, y a un renovado conservadurismo sexual y
social por parte de la izquierda”. (Butler: 2000:7)

Ciertas corrientes teóricas y militantes ligadas a tendencias empiristas y economicistas siguen reproduciendo y abonando una concepción que postula una diferenciación ontológica entre la esfera de la economía y la producción y la esfera de lo cultural de una sociedad. En la última –la cultural- recaería la cuestión de la sexualidad y el género.

En la extensa obra de Engels y Marx podemos encontrar pasajes que van en un sentido contrario a estas lecturas del marxismo. De hecho en algunas de sus obras estos autores insistían en que el “modo de producción” tenía que incluir formas de asociación social .
Muchos de los debates feministas trataron no sólo de caracterizar a la sexualidad, sino también a la familia como una parte del modo de producción y también de demostrar cómo la producción misma del género debía ser entendida como parte de la "producción de lo propios seres humanos” conforme a las reglas que reproducían la familia heterosexual normativa.

Es por ello que decimos que en la familia se da un cruce muy particular entre el capitalismo y el patriarcado.

En la prostitución pasa algo similar , por un lado, y específico, por otro.
Consideramos que la prostitución hay una exacción forzada y naturalizada de un tributo sexual, el de las mujeres prostituídas por un lado, y el de los clientes prostituyentes por el otro. Éstos juegan un papel importante en la reproducción de la economía simbólica del poder cuya marca es el género. “Se trata de un acto necesario en los ciclos regulares de restauración -y reproducción- de ese poder” (Segato:2003:13. La cursiva es mía).

Desde una perspectiva que tenga en cuenta esta compleja relación entre las esferas de lo social (cultura, economía, política) en el marco de un sistema patriarcal compuesto por tramas y asimetrías de poder, de acceso a recursos y de clase; podemos definir a la prostitución como una relación de dominación, subordinación y explotación de las mujeres, de manera individual y colectiva, por parte del colectivo de los hombres proxenetas y que tiene por fin legitimar la violencia contra las mujeres, la heterosexualidad normativa y perpetuar las desigualdades entre hombres y mujeres, clase, el racismo, la xenofobia y demás discriminaciones.

Es por y en el patriarcado que las personas nos objetivamos genérica y, consecuentemente sexualmente. Es sobre esta género-sexualización que se tejen redes de poder que deparan lugares distintivos a hombres y mujeres; hombres prostituyentes, explotadores del cuerpo y expropiadores del trabajo de las mujeres prostituídas, explotadas y expropiadas. Así, siguiendo a Segato, podemos hablar de dos ejes de coordenadas: “El primero rige las relaciones entre categorías sociales o individuos que se clasifican como pares o semejantes –aquí estarían los hombres patriarcales. El segundo ordena las relaciones entre categorías que, como el género, exhiben marcas de status diferenciados, señas clasificatorias que expresan un diferencial de valor en un mundo jerárquico. Estas marcas son construidas y percibidas como endebles -las “marcas femeninas.” (Segato:2003: 253. la cursiva es mía)

La prostitución, como cruce particular entre capitalismo y patriarcado, es distinta a la explotación de clasista. Su especificidad residen que también es sexista; las mujeres no son sólo explotadas sino también prostituídas; los hombres no son sólo explotadores sino también proxenetas.


3. Hablemos de la “forma” de la explotación. Algunos datos de coyuntura

A pesar de su continuidad en la historia, la esclavitud como forma de explotación no se ha mantenido invariable. Si bien nunca desapareció -de hecho, es un “negocio” en expansión en el mundo-, sí tomó formas diferentes. En algún momento ésta fue legal. Hoy es ilegal en todas partes. El número de esclavos y esclavas crece. Muchos explotadores se hacen ricos esclavizando gente. La “nueva esclavitud” tiene algunas diferencias funcionales para su desarrollo en el contexto contemporáneo. Se focaliza en las grandes ganancias con construidas sobre vidas que existen en contextos de suma vulnerabilidad, exposición y opresión.

La explotación contemporánea no se lleva adelante mediante la posesión de personas en el sentido tradicional de la vieja esclavitud, sino a través de un “control completo”. Se redefine el concepto de posesión. “Los/as esclavos/as de hoy no son por posesión “legal” y regulada por marco formales sino, por posesión de hecho, de imposición. Ya no es el “dueño” de esclavos/as, sino, el “poseedor” de esclav@s. “Tiene todos los beneficios de la posesión pero sin las obligaciones y regulaciones de las viejas leyes de esclavitud” .

La esclavitud contemporánea es el control (y no posesión) total de una persona por otra con el propósito de explotarla económicamente.

“Según la ONU, las mujeres realizan las dos terceras partes de la jornada mundial de trabajo, perciben el 10% de las remuneraciones mundiales, son propietarias del 1% de la propiedad mundial y constituyen el 70% de los 1.300 millones de las personas más pobres del mundo. Actualmente estas cifras se consideran que ascienden a 80% en el caso de las mujeres pobres y que el total de pobres alcanza los 1.500 millones. Anualmente son incorporadas a la prostitución alrededor de 4 millones de mujeres y niñas”. (Fontenla: 2007:272)

Las cifras anteriores dan un somero marco del sexismo en la distribución de los ingresos, en la inserción al mercado de trabajo mundial, en la distribución de la propiedad, etc. Teniendo en cuenta todo lo anteriormente desarrollado en este trabajo, podemos afirmar que ese sexismo no es fortuito ni aislado ni mucho menos casual .

En este sentido, podríamos relacionar el concepto de “nueva esclavitud” y la prostitución con la situación de las personas víctimas de las redes de trata con fines de prostitución.

La Trata debe contemplar “las acciones de reclutar, alojar, trasladar, secuestrar, hacer desaparecer, recibir, acoger, la promoción o facilitación de cualquiera de esas acciones tanto sea dentro del país como el ingreso o salida del mismo, a una o más personas con fines de explotación, cualquiera sea la edad de las víctimas y aunque las víctimas mayores de 18 años hayan dado su consentimiento ”. (Campaña Ni una mujer más víctima de las Redes de Prostitución).

La trata puede ser con fines de prostitución, trabajos forzados o serviles, esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, servidumbre, explotación de la mendicidad ajena, matrimonio servil, extracción de órganos, producción y distribución de pornografía infantil y adulta, etc. Sin embargo es importante destacar que el 90% de todos los casos de trata de mujeres y niñas son con fines de prostitución. Esta cifra relativiza las barreras de diferencian al fenómeno de la Trata con el de la prostitución. Es el cuerpo de las mujeres lo que es cosificado, expropiado y puesto en escena como objeto de intercambio o cómo “cuerpo-máquina” de producción dinero.

La pobreza estructural de las mujeres refuerza las desigualdades económicas, sociales y culturales entre varones y mujeres.
Estas desigualdades hacen de las mujeres sujetas más proclives a caer en manos de este tipo de circuitos que, se diferencian de otros tipos de explotación sexual por el tipo de dominio (las especificidades de la trata abordadas más arriba) que se ejerce sobre las mujeres y por las altísimas tasas de explotación a las que son sometidas.

4. Ahora hablemos del “contenido” de la explotación sexual

“Debatir sobre la prostitución es poner en debate el
lugar y significado político del cuerpo de las mujeres en una
sociedad patriarcal” (Sánchez, et al: 2007:34)

La puta es una mujer-máquina de producir dinero, una persona que no tiene decisión sobre su cuerpo, está enajenada de él. Este pertenece al proxeneta, el cual se lo “alquila” al cliente-prostituyente, a cambio de dinero. Así utiliza a la puta como medio de producción y como trabajadora al mismo tiempo. Simultáneamente, es ella también quien está expuesta de recibir las condenas de todos los ángulos y personajes de la sociedad.

Una sociedad patriarcal, en la que la familia monogámica y heterosexual y la prostitución son, al mismo tiempo, dos de sus instituciones pilares no puede estar sostenida por menos que la opresión, el dolor, la hipocresía y el simulacro.

Sonia Sánchez y María Galindo proponen el concepto de omisión como una anulación completa de la existencia de la puta. “Es una forma de convertirla en una existencia no sólo sin contenido y sin valor para la sociedad, sino sobre todo en una existencia que no afecta, ni interpela ninguna de las estructuras sociales. Por eso la presencia de las putas en todas las sociedades y sistemas políticos y económicos del mundo parece no afectar la supuesta coherencia del propio sistema. Llámese ese sistema modo de producción, llámese este sistema neoliberal, llámese Estado de bienestar, llámese como se llame, la puta está ahí parada en la esquina, sólo que omitida” (Sánchez et al: 2007:53). Las autoras proponen cuatro tipos de omisiones: la filosófica (la puta no está presente como existencia), la ideológica (que la puta no significa ni expresa nada), la política (niega a la puta como sujeto) y la económica (la puta sostiene con su cuerpo todo el universo que la rodea. Ella sostiene al proxeneta, a los hijos e hijas de éste, a todo el circuito que en torno a la puta se monta). La explotación, podemos decir entonces, es radical.
En esta idea de omisión vemos otra de las diferencias que hay entre la explotación meramente económica y la explotación económico-sexual/capitalista-patriarcal que se ejerce sobre las mujeres en la prostitución.

El Estado, el proxeneta y el prostituyente están muy concientes de que la mujer en situación de prostitución, de que la puta está aislada, vulnerable. El dominio se introyecta en la culpa, en el miedo, en la alienación. Eso pone a cualquier persona en un lugar de mucha exposición. Por eso los mecanismos de chantaje y explotación se dan en la más completa crueldad y radicalidad.

Los mecanismos que están atrás de la prostitución son la muerte y el asesinato. Éstos son ornamentos de la prostitución. El cuerpo de la puta tiene valor en tanto y en cuanto objeto que produce dinero.

5. Prostitución y trabajo esclavo

5. a). ¿El aumento de una “forma” de explotación?
Recapitulando los conceptos y los aportes de divers@s autor@s y fuentes que fuimos desagregando a lo largo de este trabajo, podemos inferir en algunas de las diferencias entre el trabajo sexual esclavo –los casos de trata y secuestro de mujeres y niñas- y la explotación sexual si se quiere, no-esclava.
Lo distintivo sería una cuestión más bien cuantitativa, de forma o formato en la concreción de la explotación. En el caso de las mujeres tratadas hay captación, recepción, traslado, o el transporte de personas, probablemente privación completa de posibilidades de tránsito y movilidad. Será explícito el vínculo de posesión/explotación del proxeneta sobre la mujer explotada.

Ahora bien, hay por lo menos, dos aristas que nos alertan sobre lo difuso de los límites de las diferencias entre “trabajo sexual esclavo” y explotación sexual “no-esclava”. La primera son datos duros: el 90% de los casos de trata son mujeres que son explotadas sexualmente. Dicho de otra forma, la trata es, mayormente, con fines de prostitución; es para y por la prostitución.

Esto no quiere decir que queramos borrar la especificidad y el horror que implica la trata de personas y particularmente la trata de mujeres. Estas son redes mafiosas que crecen y que de hecho promueven una tasa de explotación altísima y condiciones de vida aberrantes a las mujeres. Esto es horroroso y es parte de lo que tenemos que abolir. Sin embargo nos preocupan las consecuencias de los usos que se hacen de estas concepciones.

Una segunda arista aparece al hacer un análisis de la cuestión considerando el contexto y lo específico de la explotación sexual como parte productiva del problema. Así se vuelve sumamente difuso el límite entre un explotada sexual esclavizada y una que no lo sea. Retomemos nuevamente a Marx y su análisis del trabajo asalariado del capitalismo: la idea de una masa trabajadora “doblemente libre” habla, por un lado, de una libertad formal (una persona –por más explotada que sea- no sería propiedad de nadie en términos jurídicos); por otro lado, habla de una situación total de despojo de bienes materiales, “libres de toda posesión”. Esto hace a un contexto de vida sumamente vulnerable, el cual va a condicionar fuertemente decisiones sobre el cuerpo, la forma de ganarse el sustento y las posibilidades de reproducir las condiciones de existencia. Digamos, el/la trabajador@ libre del capitalismo es “libre” entre –muchas- comillas.

Y esto, en el caso de las mujeres, debemos complementarlo con el contexto y complejo cruce que impone el patriarcado y género-sexualización que actúa desde el comienzo de la vida de las mujeres disciplinándolas para ocupar el lugar que el patriarcado les designa.

Por ello, podemos afirmar que es mentiroso e hipócrita poder hablar de “elecciones”. Es más, podríamos preguntarnos; ¿qué ideas hay detrás de las constantes denuncias contra las redes de trata y el constante silencio, complicidad y condescendencia frente a la prostitución que vemos tod@s en Plaza Once, por ejemplo?

5.b). Prostitución y trabajo esclavo en los medios de comunicación, ¿una pantalla patriarcal?
Los medios de comunicación son herramientas que usa el orden hegemónico para construir consenso alrededor del status quo vigente. A través de ellos se institucionalizan-naturalizan roles, espacios de poder, ubicaciones sociales, etc. a través de distintos mecanismos. Uno de ellos puede ser generar “efectos de realidad”, otro puede ser no nombrar, invisibilizar.
En este punto vamos a analizar las líneas de publicación de Clarín y de la Nación.
Las notas sobre “trabajo esclavo”, “trata” y “prostitución” (palabras claves utilizadas en el buscador para hacer el relevamiento) no abundan. Sin embargo, entre las que hay vamos a destacar algunas tendencias: la publicación de artículos referidos a “trata de personas” son los que más abundan. Éstos, se presentan relacionados principalmente con la sanción, debates y aplicación de la ley nacional de trata de personas, como así también algunas denuncias aisladas de casos de trata, sin hacer mayor énfasis en los destinos y fines particulares de la misma.

“EDITORIAL. Ley contra la trata de personas

La reciente sanción de la ley que penaliza la trata de personas es un paso positivo, a partir del cual las instituciones deberán mostrar una voluntad más firme para proteger a las víctimas y sancionar este gravísimo delito”. (Clarín, viernes 18 de Abril de 2008)

“Ya rige la ley de trata de personas. Prevé penas de 3 a 15 años de prisión. Con la publicación en el Boletín Oficial, quedó promulgada la ley que tipifica como delito federal la trata de personas. La nueva figura castiga con entre 3 y 15 años de prisión a los responsables de ese hecho ilícito, el tercero en movimiento de dinero después del tráfico de armas y del de drogas”. (La Nación, Viernes 2 de mayo de 2008)

“En Plaza Constitución, Bergoglio denunció la trata de personas y la exclusión social” (Clarín, 04 de Septiembre ´09)

En segundo lugar en cantidad están las notas referidas al “trabajo esclavo”. En éstas se liga a este tipo de explotación sobre todo a la industria textil y los talleres en los que se esclaviza principalmente a personas migrantes que vienen de Bolivia. También hay notas, pero en menos cantidad, que ligan el trabajo esclavo con mujeres y, principalmente niñas y adolescentes, tratadas con fines de explotación sexual.

“Talleres clandestinos: el negocio de la explotación
Pagos miserables, hacinamiento y reducción a la servidumbre quedaron al descubierto tras el incendio del taller de costura de Caballito, en 2006, en el que murieron seis personas, entre ellas, cuatro chicos”. (La Nación, 11 de mayo de 2008)

“Una recorrida por el drama de los trabajadores textiles.
Imágenes de los talleres clandestinos, una forma de esclavitud moderna
En lo que todos coinciden es que en muchos casos se trata de trabajo esclavo, hijo de una tradición de la industria textil”. (Clarín, 12 de abril de 2009)

“Esclavitud en pleno siglo XXI” El secuestro o el sometimiento a través del engaño de niñas a las que se destina a la prostitución” (La Nación 23 de Junio del 2009)

El tercer lugar en el ranking la tienen las notas que abordan la prostitución. Algunas notas la ligan a la trata (con fines de prostitución) de niñas y adolescentes, otras a cuestiones de “seguridad” y policiales, etc. de hecho podemos decir que algunas incluso banalizan la cuestión.
No encontramos ninguna nota que aborde de manera crítica el proxenetismo, que denuncie a los fiolos ni mucho menos a los clientes. Tampoco encontramos notas que aborden la prostitución como una forma de explotación y de violencia hacia las mujeres

“Una sociedad de lo más permisiva con todo aquello que la hunde. El paco entre los más pobres y la prostitución infantil también prosperan en los grandes centros y sus periferia, sin que sus organizadores, también en general, sufran mayormente molestias provocadas por la persecución policial y/o judicial”. (Clarín, 04/10/2009)

“Scioli presentó el proyecto para que la policía recupere poder. Prevé penalizar los piquetes, los cuidacoches, el merodeo y los escraches a funcionarios. LA PLATA. El gobernador bonaerense, Daniel Scioli, presentó ayer públicamente el proyecto para reformar el código de faltas provincial, que prevé penalizar el merodeo, los piquetes, a los cuidacoches y hasta los escraches y agresiones contra funcionarios públicos.

La iniciativa tipifica como contravenciones el ocultamiento del rostro en la vía pública, la obstrucción de la circulación, la compra a vendedores callejeros menores de edad, el merodeo, el cuidado sin autorización alguna de vehículos en la vía pública ("trapitos"), la mendicidad, la prostitución, la venta de alcohol a menores, las riñas y la perturbación del espacio público, así como la profanación de sepulturas y la portación de cualquier tipo de armas”. (La Nación, Sábado 14 de noviembre de 2009)

“Polémica por el intendente que se opone a cerrar un cabaret. Tras decir que es un lugar de "contención espiritual", provocó revuelo en la provincia”. (Clarín, 23 de Octubre de 2009)

“EE.UU.: una mujer ofreció sexo para conseguirle a su marido entradas para un partido de béisbol. Susan Finkelstein, de 43 años, publicó un aviso en Internet en el que destacaba sus atributos físicos y proponía "ayuda mutua" a quien le diera dos tickets para ver a Philadelphia en la Serie Mundial.
AMOR SIN LIMITES. Finkelstein estaba dispuesta a todo por dos entradas.
Hay personas que por amor están dispuestas a cualquier cosa. (Clarín, 28 de Octubre de 2009)


Para analizar la función ideológico-política de los medios de comunicación vamos a tomar el concepto de “lo carcelario” de Foucault y vamos a hacer algunas comparaciones entre la función de la imagen de “lo carcelario” en la sociedad del panóptico y el rol de los medios de construir realidades.
Una trama carcelaria coincide con los dispositivos de disciplinarios, que funcionan diseminados en la sociedad.

La imagen de “lo carcelario” se construye como una especie de chivo expiatorio que identifica la prisión y el control con la cárcel. Lo que Foucault intenta explicar es que en la sociedad del panóptico no existe esta división, “el sistema carcelario no rechaza lo inasible arrojándolo a un infierno confuso: no tiene exterior” (Foucault:2006:305) “La sociedad panóptica de la que el encarcelamiento es la armadura omnipresente” (Foucault: 2006: 307)

“La continuidad carcelaria y la difusión de la forma-prisión permiten legalizar, o en todo caso legitimar, el poder disciplinario que de esta manera elude lo que puede llevar en si de exceso y de abuso.

Pero, inversamente, la pirámide carcelaria da al poder de infligir castigos legales un contexto en el cual aparece como liberado de todo exceso y de toda violencia”.
Creer esa imagen, ese mito de “lo carcelario” sería completamente funcional ya que permite tapar, no mostrar, correr la atención de la omnipresente actuación de los mecanismos de control-prisión.

Podemos decir que los medios de comunicación se manejan con un mecanismo similar. Éstos toman el trabajo esclavo como “los casos –exclusivos- de explotación”, la prostitución como una cuestión que sólo afecta a niñas y mujeres tratadas, de lo contrario se convierte en una cuestión cuasi-jocosa. De esta manera se evita hablar del patriarcado, de las muchas y complejas tramas de violencia en las que se encuentran las mujeres en situación de prostitución, e incluso se evita –invisibiliza- la prostitución como un fenómeno cotidiano, del que los periodistas, sus hijos, sus padres, los lectores, los diareros, canillitas, etc. son parte activa como clientes-prostituyentes.

Por esto afirmamos que los medios tienden una “cortina de humo patriarcal” para no tratar la explotación sexual que se efectúa constantemente en la calle, a la vista de tod@s.

6. Conclusiones

1.
Un fiolo es un agente del panóptico de la mujer en situación de prostitución. “está vigilante sobre cómo te vas a dirigir a él sobre, también del contenido de lo que puedes o no decir. Es una relación amo-esclava” (Sánchez, S et al: 2007:51). La policía y el Estado son también agentes de control; el cliente-prostituyente también. Pero el control no termina ahí. La culpa, la auto-criminalización son consecuencias de haber introyectado el discurso dominante y opresivo y funcionan auto-reproduciendo constantemente el lugar de la puta. Así vemos como se lleva a cabo el fuerte condicionamiento y complicidad entre el proceso de sexo-generización de las mujeres y de los hombres y las estructuras opresivas y de explotación que fuimos denunciando.
“(…) la prostitución no es un debate de putas y entre putas. Es un debate que implica nuestras complicidades con el proxeneta, con el prostituyente y con la condición de objeto de los cuerpos de las mujeres. Ninguna de nosotras y nosotros, por tanto, está por fuera del universo de la prostitución” (Sánchez, S et al: 2007: 34)
La prostitución es una de las instituciones pilares del patriarcado y a su vez, motora de su reproducción. Es el cuerpo genérico de mujer el que se “reduce para adherirse definitivamente a la función de objeto destinado al consumo en la construcción de la masculinidad”. (Segato: 256)
Así, decimos también que la prostitución actúa también reforzando el disciplinamiento de género-sexualización, y que por lo tanto, refuerza el orden de la sociedad heterosexual.

2.
Los medios masivos de comunicación (nos permitimos hacer esta generalización a pesar de que en este trabajo sólo analizamos dos de los principales medios gráficos) son cómplices –debido a los mecanismo abordados más arriba- de la reproducción de la violencia hacia las mujeres.

3.
Hablamos de un contexto, de determinadas condiciones socio-políticas-culturales que colocan a las mujeres en lugares de suma exposición, vulnerabilidad; funcionales a situarlas en lugares de explotación, de subalternidad, de, en términos de Spivak, incapacidad de hablar, ya que están situadas en un borde de la trama social en el que carecen de autoridad para hacerlo, en el que no hay ninguna instancia de legitimación de sus palabras (Spivak:2006). Aquí es dónde enfatizamos el poder condicionante de un contexto.
¿Pueden las mujeres hablar y expresar sus deseos? “La mudez de la puta tiene dos pliegues: 1. el del silencio, el de la no palabras 2. el de la mentira, de la realidad paralela”. (Sánchez, S et al: 2007:52). “Las mujeres hemos sido programadas desde muy pequeñas para evitar el conflicto, para no hacer rupturas. Hemos sido programadas para mantener la armonía y el equilibrio a cualquier costo, prácticamente el no conflicto y la lógica del no conflicto, que es una lógica de silenciamiento” (Sánchez, S et al: 2007:64)

4.
La diferencia tajante entre trabajo sexual esclavo y no-esclavo se edifica sobre la sospecha de una explotación elegida o consentida y otra, por el contrario, obligada.
Queremos denunciar esta manera de conceptualizar la cuestión de la prostitución. La abstracción grotesca del contexto que se hace en este tipo de análisis hace que los mismos caigan en lugares de funcionalidad con las condiciones de violencia –y reproducción de la misma- hacia las mujeres.
No podemos desentendernos del contexto de desigualdad, explotación, control, en el que las mujeres llevan a cabo “sus elecciones”.
Es por, así, de esta manera, la prostitución jamás puede ser un trabajo, sino más bien una forma de violencia estructural y explotación hacia las mujeres.

5.
Una apuesta abolicionista. Como abolicionistas queremos y luchamos transformar este mundo y convertirlo en un medio en el que dispongamos, en libertad, de las posibilidades de elegir sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras vidas.
Ello está lejos de ser así.
La prostitución como tal sólo puede ser concebida en el marco de un dispositivo de violencia. Queremos abolir la violencia y por ello pretendemos un mundo sin prostitución.

6.
Por último y para finalizar, queremos reivindicar la organización militante y colectiva como instancia de reapropiación de la palabra. “La toma de la palabra es una acto político que cambia las relaciones de poder en la que estás y cambia la representación de estos jugos de poder. Recupera el poder de la palabra para nombrar las cosas por ti misma” (Sánchez, S et al: 2007:71). Posicionada en el margen de la subalternidad, la toma de la palabra no se puede hacer en soledad, ello necesita la construcción-deconstrucción colectiva, por lo tanto, profundamente política.

Fin

Bibliografía utilizada: (por orden alfabético)

• BALES, Kevin. “Personas Prescindibles -Disposable People- La nueva esclavitud en la economía mundial. Traducción Andrés Pérez Esquivel.

• BOURDIEU, P: “El espacio social y el espacio simbólico”. En: razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Anagrama, 1999. Barcelona.

• BUTLER, J “El marxismo y lo meramente cultural” en New Left Review N° 2 Mayo-Junio, 2000. 109-121

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• Documentos varios. Campaña Ni una mujer más víctima de las Redes de Prostitución.

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• FOUCAULT, M. (2006) Vigilar y Castigar. Buenos Aires, Siglo XXI
• GALLINO, Luciano. “Diccionario de Sociología”. Ed. Siglo XXI. Bs As 2005

• HARTMANN, Heidi. “El infeliz matrimonio entre marxismo y feminismo”, Cuadernos del sur nº5

• LORDE, Audre. “La hermana, la extranjera”. Ed. Horas y Horas. Madrid. 2003

• MARX, Karl. “Formaciones Económicas precapitalistas”. Editorial Anteo. Buenos Aires, 1974.

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• MARX. K y ENGELS, F. “La ideología alemana y otros escritos”. Ed. Losada. Madrid. 1999

• QUIJANO, Anibal “La cuestión del poder y la des/colonialidad del poder” Conferencia en el ALAS. Bs As, Facultad de Medicina, Agosto del 2009

• RODRIGUEZ ENRIQUE, C. “Pobreza” En: Diccionario de Estudios de Género y feminismos. Ed Biblos. Bs As. 2009

• SÁNCHEZ, S Y GALINDO, M. “Ninguna mujer nace para puta”. Ed. Lavaca. Bs As. 2007

• SEGATO, Rita: “Las estructuras elementales de la violencia”. Ed Prometeo. Univ. Nacional de Quilmes. Bs As. 2003

• SPIVAK, G. “Nuevas ropas para el esclavo”. Revista Ñ. 2006

• WITTIG, Monique. “El pensamiento heterosexual y otros ensayos”. Ed. Egales. Madrid, 2006


Páginas webs consultadas:
www.clarin.com.ar
www.lanacion.com.ar

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